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OPS y Grindr suman fuerzas en la lucha contra la sífilis con la PrEP

En un esfuerzo por fortalecer la preparación del sistema de salud ante emergencias y desastres, autoridades panameñas llevaron a cabo una evaluación integral de riesgos en las regiones de Darién y Emberá Wounaan. Esta acción se inscribe dentro de un proyecto más amplio de fortalecimiento de la atención primaria, con enfoque territorial, de género y de equidad, con el fin de reducir brechas estructurales en zonas históricamente desatendidas.

Entre el 24 y 26 de junio se realizó un taller técnico que permitió aplicar herramientas de análisis para identificar amenazas sanitarias y medir las capacidades locales de respuesta. Esta evaluación no solo aporta una visión detallada de los riesgos que enfrenta la región, sino que también ofrece insumos fundamentales para planificar de manera estratégica y priorizar intervenciones en salud pública.

Durante este proceso se analizaron un total de 29 amenazas relacionadas con la salud pública. De ellas, 12 fueron consideradas de alto riesgo y una fue clasificada como de muy alto riesgo. Estos resultados hacen evidente la necesidad urgente de revisar, actualizar o desarrollar protocolos específicos de respuesta, así como de robustecer las capacidades institucionales en materia de vigilancia epidemiológica, atención médica, logística sanitaria y comunicación de riesgo.

Uno de los ejes centrales del proyecto es la mejora de la atención integral para mujeres y adolescentes, especialmente en áreas relacionadas con salud sexual y reproductiva. La evaluación forma parte del componente de análisis sistémico, que promueve la mejora continua de la red de servicios de salud y su articulación intersectorial. Se busca así garantizar un mayor acceso a servicios esenciales como anticoncepción, atención prenatal y postnatal, así como la asistencia segura durante el parto.

El análisis convocó a individuos de diversas entidades públicas y privadas y a representantes de grupos comunitarios. Tomaron parte autoridades del ámbito de la salud de ambas regiones, agencias de respuesta a emergencias, universidades, personal de manejo de emergencias, líderes locales y miembros de la sociedad civil organizada. Este método multisectorial posibilitó capturar una gran variedad de puntos de vista, lo que reforzó la validez y utilidad de los resultados.

Durante el desarrollo del taller, se llevaron a cabo ejercicios prácticos que facilitaron la identificación de medidas prioritarias en función de los riesgos detectados. Estas propuestas alimentarán una hoja de ruta para la acción que permitirá orientar de forma sistemática los recursos disponibles hacia la mitigación, preparación, respuesta y recuperación frente a eventos adversos que puedan afectar la salud de las comunidades.

Uno de los puntos más sobresalientes del ejercicio fue la adopción de una perspectiva de múltiples amenazas. En vez de enfocar los esfuerzos solamente en riesgos ya identificados como las enfermedades contagiosas o catástrofes naturales, también se tomaron en cuenta amenazas emergentes como fenómenos climáticos severos, migraciones a gran escala y situaciones críticas de salud vinculadas con el acceso al agua limpia y saneamiento.

Los resultados de la evaluación se traducirán en planes de acción intersectoriales que prioricen intervenciones clave, con una lógica de anticipación y resiliencia. La información obtenida se utilizará también para orientar inversiones públicas, fortalecer el sistema de vigilancia y ampliar los programas de prevención, como los relacionados con vacunación, control de vectores y educación para la salud.

El compromiso institucional con esta evaluación marca un avance significativo en la modernización del sistema de salud en zonas rurales y fronterizas. Al incorporar metodologías participativas y basadas en evidencia, el país refuerza su capacidad para anticipar y enfrentar eventos que puedan poner en riesgo la salud colectiva, disminuyendo la vulnerabilidad de poblaciones que históricamente han carecido de protección adecuada.

Este proceso representa un paso decisivo en la consolidación de una cultura de prevención y gestión de riesgos en salud, y sienta las bases para futuras acciones articuladas que garanticen una respuesta más eficaz, inclusiva y sostenible ante las amenazas del entorno. La cooperación internacional ha sido clave para hacer posible este avance, demostrando el valor de las alianzas cuando se prioriza el bienestar de las poblaciones más expuestas.

Por García Herrera Marta

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