«Mamá, quiero ser torero», le espetó un niño rubio con aire de Beatles a su madre tras soñar con el público aclamándolo en la plaza de Córdoba durante el descanso de un cine de verano. «¿Estás loco? Déjate de tonterías». Pero el veneno lo llevaba dentro quien había nacido ya torero y legítimo hijo del Benítez que revolucionó la Fiesta como nadie. El niño que se embelesaba en el bar del Pipo con aquellos que hablaban de los estatuarios de Manolete o de la izquierda del V Califa aprendió a coger los chismes y a hacerse hombre cuando aún otros apenas sabían atarse los zapatos, cuando la sangre que estaba dispuesto a derramar era puro Benítez. Ahora Manuel Díaz, el… Ver Más