El asesinato del candidato presidencial Fernando Villavicencio sitúa a Ecuador al borde del abismo, como advirtió desconsolada su viuda minutos después del crimen. El Gobierno de Guillermo Lasso, en fase crepuscular tras haber invocado en mayo la cláusula de la ‘muerte cruzada’ que le permitió disolver un Congreso adverso y convocar elecciones generales para el 20 de agosto, ha dictado el estado de excepción por 60 días lo que le permite recurrir a las Fuerzas Armadas para mantener el orden. Se da la circunstancia de que Lasso, que renunció a la posibilidad de ser reelegido por sus altos niveles de impopularidad, tiene que liderar al país en un momento muy delicado. El abismo al que se refería la viuda de Villavicencio es que Ecuador se convierta en un Estado fallido o en el terreno de una guerra civil. El asesinado era periodista, exlegislador y activista contra la corrupción. Se había significado por su denuncia de los vínculos del narcotráfico con la izquierda radical. Uno de sus grandes enemigos era el expresidente Rafael Correa, que usó sus leyes de control de la prensa para perseguirlo por sus denuncias de corrupción. Su otro gran enemigo era el narcotráfico. Su auge en las encuestas se debía a su promesa de mano dura. Había propuesto construir una cárcel especial en la selva para encerrar a los cárteles. Ahora, el país asiste impotente a un crimen que elimina de la ecuación democrática a uno de sus principales activos.
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